Pegaditos al cielo

en pleno altiplano chileno, entre los 3.500 y 5.000 mt. de  ocurre esta .

allí en los territorios comprendidos entre parinacora, chungará, el río lauca, guallatire, ancuta, el salar de surire.

el nivel más alto de los  ecológicos que alguna vez operó en la zona andina[1]. hoy territorios despoblados; donde escasos pastores aimaras,  todos adultos , conservan la práctica del pastoreo de auquénidos (llamas y alpacas), viviendo en caseríos aislados, sin servicios básicos, persistiendo en una “hacer” que se anuncia desaparecer.

allí las manadas de vicuñas y suris andan libres, las vizcachas saludan visitantes y las llaretas de mas de 500 años de antigüedad están por montones.

desde la legalidad hablamos de territorios pertenecientes al parque nacional lauca (conaf), a la reserva de la biosfera las vicuña) (unesco), al monumentos nacional salar de surire (consejo de monumentos nacionales) y al área de desarrollo indígena atacama la grande (conadi).

sin embargo, estos mismos territorios son propiedad de familias aimaras. por lo general, complejas sucesiones no regularizadas, de títulos de propiedad entregados a particulares aimaras, por los mismo peruanos justo antes de perder la guerra del pacifico. [2]

hasta el llamado proceso de “chilenización” (1880 -1929)[3]; este lugar era habitado por familias de pastores que manejaban importantes cantidades de ganado. intercambiaban productos con comunidades de la pre cordillera y la costa.

tras la anexión a , los requerimientos de escuela, , fueron impulsando a los aimaras a dejar los poblados altiplánicos y mudarse a putre, capital comunal y arica. quedando arriba los viejos, los sin hijo. varios de ellos aún hablan la lengua aymara, mantienen un lazo (un sentido) con la tierra y el universo cercano a la de sus ancestros. eso que a los antropólogos nos gusta llamar cosmovisión.

territorio despoblado y sin embargo densamente significado.

se contrapone su valor de uso (hoy en  de escasos pastores que mantienen una práctica milenaria en vías de extinción) a su valor de conservación, sostenida por el estado y algunas comunidades propietarias que no habitan el territorio.

paradójicamente, son los aimaras que habitan el territorio con practicas ancestrales los más abiertos al progreso. sus demandas son caminos, escuelas, hospitales, trabajo; mientras los aimaras que viven en arica demandan conservación, no intervención.

otros usos se auguran. la minería percibida como amenaza – oportunidad. el , del que saben hacer negocios mejor los extranjeros que ellos; los aimaras son comerciantes milenarios de bienes tangibles.

sabemos que “las comunidades andinas tienen una larga historia de creación y defensa de territorios, los que se han fragmentado y reconstituido a través de décadas y siglos, en contextos de  y permanencias sociales”[4]. que la propiedad de la tierra es una factor inconmensurable.

y no sabemos como sigue esta historia, en  de los lugares más prístinos del planeta, de la cual somos ahora protagonistas.

 


[1] murra, j. 2002 el mundo andino: población, medio ambiente y economía. lima: pucp: iep.

[2] se dice hubo un acuerdo entre gobiernos que, respecto a los territorios peruanos anexados a chile, se respetaría la propiedad privada de particulares. dado lo cual el gobierno peruano puso a nombre de comuneros aimaras grandes cantidades de terreno, restringiendo así a la chile al menos la “propiedad fiscal”.

[3] también llamado “disciplinamiento social”. claudio aguirre munizaga, carlos mondaca rojas “estado nacional y comunidad andina. disciplinamiento y articulación social en arica, 1880-1929.

[4] construyendo territorios.
narrativas territoriales aymaras contemporáneas. gerardo damonte v. perú, 2011.

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