estamos haciendo un catastro regional de de la cultura (artistas, gestores culturales, , gremios, intermediarios).
hemos recorrido comuna por comuna, , larga, la ligua, casablanca, valparaiso, santa maría, comunas muy pequeñas, comunas grandes, conversado con muchos de ellos en estos dos meses. y entre las varias categorías de diagnóstico que surgen en esta apresurada etnografía regional es la categoría emocional.
ellos, los trabajadores de la cultura, cultivan la pasión por lo que hacen. es esa pasión distintiva la que los pone en la vía de la perseverancia y la .
junto a la pasión está la culpa. “si esto es mi un placer tan ¿cómo voy a cobrar por ello?”
muestran alta desconfianza; generalizada, hacia los otros, hacia el sistema, hacia el cnca, hacia el municipio, hacia los otros trabajadores de la cultura. vemos que esa desconfianza esconde miedo y un cierto desconsuelo; que se muestra cuando la confianza comienza a aparecer.
la desconfianza más bien, se suele mostrar en estos trabajadores a través de la rabia. una rabia cultivada desde el sentirse segregados, sin sueldo, sin espacios de valoración de su , sin apoyo para una actividad que parece no sustentarse por si misma.
la rabia instalada, ciega las posibilidades que aparecen. y deviene en resentimiento. arte y resentimiento es una mezcla explosiva.
entre esta . aparecen unos pocos situados en otro lugar emocional.
hay orgullo de crear y generar valor. de ser protagonistas de los de su ciudad y su país.
son creadores de la realidad valórica, , política de sus habitat. así se plantean.
están parados en cierta confianza vital y se sienten privilegiados de trabajar en el ámbito cultural.
muchas veces entre unos y otros no hay grandes diferencias en sus procesos creativos. sin embargo, la gran diferencia aparece en el campo emocional.
entonces ¿por qué no agregar en los programas destinados al fomento del sector una intervención dirigida al trabajo emocional?
emoción y arte. podría llamarse.